ALBA:
"CUANDO LO QUE LATE EN TUS MANOS ES EL PODER DE LA CREACIÓN"
Siento la innata necesidad de adquirir conocimiento a través de las manos, del contacto directo con el medio natural (el barro).
El arte cerámico me aporta una vía de expresión y transformación para mis emociones, una sublimación de mi parte negativa y oscura, y de mi parte luminosa, viva, que libero a través del modelado y de la acción directa, táctil, sobre el barro.
Siento la innata necesidad de adquirir conocimiento a través de las manos, del contacto directo con el medio natural (el barro).
Mis creaciones, cargadas de simbolismo y con gran impacto sensorial y emocional, reflejan ese viaje iniciático por las tenebrosas rendijas de la emoción humana, a la par que se ven equilibradas por mi profundo amor por la naturaleza y por un material elemental (la Tierra/el barro), que manejo con naturalidad, con respeto y veneración, y con un gran conocimiento, íntimo y profundamente intuitivo.
En el aspecto técnico, tengo especial interés por los barros refractarios altamente texturizados, de gran pureza y con ausencia de decoraciones o esmaltes, buscando la crudeza natural del barro.
La incertidumbre de esperar a que terminen las cocciones de 12 horas, sin saber lo que ha pasado, y la profunda necesidad de saber cómo funciona el material en sí, entenderlo a través de la manipulación, para saber qué transmite, continúan y seguirán siendo el motor de mi pasión artística y de mi faceta docente.
Algunas cositas sobre mí...
Mi nombre es Alba Estela Blasco Hernán (Madrid, 1987), residente de La Cabrera, en la Sierra Norte de Madrid, un enclave natural de espectacular belleza que me permite tener un contacto directo y constante con la naturaleza, elemento sustancial y transversal a lo largo de toda mi vida. Soy ceramista, artesana y profesora de cerámica y técnicas escultóricas.
Nací en el seno de una familia de cerrajeros, por lo que siempre tuve cierto contacto con materiales y técnicas de manipulación y elaboración.
Con cinco años, mi madre detectó en mí cierta inclinación artística y comenzó a llevarme a clases de pintura y cerámica. Fue allí donde conocí a Marga Corsín, mi profesora de cerámica y una persona que fue muy importante en dos momentos decisivos de mi vida. Junto a ella permanecí 4 años.
Después la cerámica quedó en un segundo plano, aunque aquella experiencia quedó nítidamente impresa en mí.
Diez años después, con la intención de hacer un regalo único y que no me supusiera un gasto, retomé la cerámica fabricando al personaje de Gandalf en arcilla. Los ánimos de mi familia me llevaron a decidirme inscribirme en una escuela de cerámica de Alcobendas, pero, la verdad, la experiencia no fue nada buena. Fue por aquel entonces cuando decidí retomar mis estudios de Secundaria, a pesar de mi aversión a las matemáticas. Y ¡oh, sorpresa! que tuve el placer de topar con un profesor, Pedro Cabrera, con el que conseguí conectar de una manera muy especial gracias, precisamente, a sus intereses artísticos (sí, además del piano y el dibujo, hacía cerámica). A través de él conocí a un prestigioso ceramista, Antonio Ibáñez, en un momento muy duro de su vida, y con quien también tuve una conexión increíble.
Aquel ceramista decidió regalarme todo lo que tenía en su taller: horno eléctrico de alta temperatura, horno de gas, compuestos químicos, herramientas… ¡fue… increíble y un gran empuje en todos los aspectos!
Paralelamente yo había ido desarrollando mi faceta artística mediante diversas vías: dibujo y pintura (a título privado), pero también tallado de piedras, madera, piezas con hierro y metales, marroquinería, etc. Muchas de aquellas piezas pude llevarlas a mis primeros mercados y ferias de artesanía. También diseñaba camisetas e incluso rótulos de neón. Aquel taller se vio invadido, gratamente, por los materiales y herramientas que me había cedido Antonio.
Fue entonces cuando retomé mi relación con el barro y sin tener… ni pajolera idea, pero sí una intuición artística impresionante, comencé a hacer todo tipo de piezas empleando el antiquísimo método del ensayo-error. Es en esta etapa en donde descubro mi gran capacidad para realizar copias realistas de diversas piezas, reproducciones de gran exactitud del cuerpo humano, y amplio exponencialmente mis conocimientos sobre compuestos químicos, reacciones, temperaturas de cocción, tipos de barros y esmaltes, etc.
En plena ebullición creativa, comienzo a experimentar con otros tipos de creaciones, especialmente por su simbolismo y por estar relacionadas con la naturaleza: peces abisales y otras criaturas (reales o fantásticas), corazones hiperrealistas, mujeres “imposibles” en las que el escorzo y la curvatura contorsionada toman un papel central. El conocimiento de la técnica acompaña el crecimiento temático.
Tras el Covid y después de una serie de acontecimientos personales que me mantuvieron alejada de mi faceta artística, regresé para volcarme de lleno en el mundo de la cerámica.
Aquí hizo aparición mi mentora, Marga Corsín, que me comunicó que se retiraba de la docencia y me solicitaba hacerme cargo de algunos de sus alumnos. Y así hice, descubriendo, no sin cierta sorpresa, que tenía una capacidad innata para la faceta educativa. Y aunque aquello suponía una nueva experiencia, CREÍ EN MÍ.
Comencé a dar clases a adultos, pero también a niños de todas las edades y realicé actividades y cursos en el colegio Dos Latidos para estudiantes de primaria y de ESO.
Actualmente, continúo con estas dos labores: la docente y la de crecimiento y expansión de mi vertiente más artística y creativa.